martes, 7 de julio de 2015

La chica del tren - Paula Hawkins



Título: La chica del tren
Autora: Paula Hawkins
Publicación: Planeta, junio de 2015
Páginas: 496

¿Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso?
Rachel, sí.

Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?

Tú no la conoces. Ella a ti, sí.

Mis impresiones

Voy a comenzar la reseña con una advertencia rotunda. Una vez que comienzas a leer La chica del tren es imposible dejarla a un lado y quitársela de la cabeza. Y no es una es una novela que transcurra a un ritmo trepidante ni que contenga muchísima acción pero te atrapa prácticamente desde la primera página con una intriga creciente que la convierte en el best seller perfecto. La novela, que Paula Hawkins escribió para salir del apuro económico en que se encontraba, va arrasando por donde pasa y ha vendido ya más de seis millones de copias. Y a mí no me extraña en absoluto.

Rachel tiene una vida patética. Está divorciada y obsesionada con su exmarido y la nueva pareja de este, físicamente se ha abandonado, está deprimida y el alcohol se ha convertido en su único compañero. Cada mañana toma el mismo tren de las 8.04 que le lleva hasta el centro de Londres y cada mañana se repiten las mismas imágenes ante sus ojos. Son los paisajes que el tren va dejando atrás. Cada mañana el viaje se interrumpe durante unos segundos cuando el tren hace una parada en un semáforo lo que le da a Rachel la oportunidad de fijarse en la misma casa y observar a Jess y Jason, la joven pareja que vive allí y que parece llevar una vida absolutamente perfecta. Quizás la que ella querría tener. Pero una mañana como cualquier otra algo distinto sucede en el jardín de la pareja…

La chica del tren parte de nuestra curiosidad natural que nos lleva a observar al de al lado y termina por indicarnos que las apariencias engañan. Diariamente nos encontramos con las mismas personas y a veces es inevitable que sin conocerlas de nada, sin saber ningún detalle de ellas nos imaginemos como es su vida o les dotemos de unas características determinadas. Pero las apariencias engañan y ciertos actos o actitudes que vemos en los demás nos pueden llevar a conclusiones erróneas.

La chica del tren es una novela de suspense psicológico que como os he dicho no tiene una acción trepidante. Avanza a un ritmo lento pero seguro, sembrando en el lector desde el primer momentos unos interrogantes que le enganchan a la historia y creando momentos de una tensión increíble. No quiero entrar más detalles sobre su trama porque pienso que es una de esas novelas de las que cuanto menos se sepa mejor. Tan solo indicar que no es de corte policial sino que sus protagonistas son personajes comunes y cotidianos.

Un aspecto que me ha parecido todo un acierto y que permite a la autora jugar con un espejo de verdades y mentiras es que esté narrada a tres voces en primera persona que nos ofrecen tres perspectivas distintas. Primero se centra en una de ellas y así el lector parte de las apariencias para luego ir desvelando la realidad poco a poco y a través de las otras dos. Estos personajes cuentan con información limitada, subjetiva y a veces puede resultar incluso distorsionada de la realidad. Este efecto no hubiese podido conseguirlo a través de una voz en tercera persona sin que nos sintiésemos engañados.

El personaje principal de La chica del tren es una figura que me ha causado sentimientos encontrados durante su lectura. Por un lado no he podido sentir más que lastima por ella, por lo penosa que resulta su existencia. Por otro lado me producía impotencia la forma en que ha perdido el dominio de su vida y no hace nada para encauzarla. Al final yo creo que solo es una víctima de sus propias circunstancias que no ha sabido enfrentarse y superar ciertos problemas. Los mismos que la han hecho caer en el alcoholismo y perder las riendas. Y no son problemas excepcionales que se salen de la norma sino aquellos que nos pueden ocurrir a cualquiera de nosotros o cualquiera que nos rodee en un momento determinados y a que atañen a cosas cotidianas. A los sueños que no hemos sido capaces de cumplir, a la incapacidad para aceptar lo que hemos perdido y la imposibilidad de mirar hacia adelante. Los otros dos personajes que acompañan a Rachel y que son pilares fundamentales en la historia  a pesar de que tienen menor protagonismo son Megan y Anne de las cuales me reservo la información.

La construcción de la novela entraña cierta complejidad. Está narrada a través de tres voces en primera persona que conducen la historia en dos planos temporales diferentes que se desarrollan en de un año y una increíble forma de dosificar la información que nos hace querer devorar la novela. De hecho, prácticamente la mitad de la misma la leí de una sentada. A ello además del suspense ayuda la agilidad y el ritmo con el que está narrada. Es cierto que en el último tramo la novela se vuelve predecible y que si una ha estado atenta a todas las pistas no es difícil adivinar el final aunque después del viaje experimentado durante el resto de la novela no me ha importado en absoluto. En mi opinión la resolución, después de varios giros que cambian el sentido de lo que hemos vivido en la historia, es muy coherente, sin dejar ningún aspecto o detalle por resolver.

Conclusión

La chica del tren es una novela perfecta para devorar una tarde cualquiera del verano. Un thriller psicológico que te atrapa, te seduce y te entretiene de principio a fin. Una historia fresca de dobles espejos, con verdades y mentiras, con giros interesantes y alguna que otra sorpresa esperando ser desvelada por el lector.