sábado, 1 de noviembre de 2014

Entrevista a Magdalena Albero Andrés

Magdalena Albero es la autora de Los caminos delmar. Profesora en la Facultad de Ciencias de Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona esta es su primera novela ganadora del II Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. 

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¿Cómo y en qué momento surge la idea inicial para escribir Los caminos del mar?  

La idea surgió de forma causal, leyendo un artículo de historia de la ciencia. Me encontré con el nombre del médico Herófilo de Calcedonia, del que nada sabía, pues cuando se habla de medicina griega en la antigüedad el único nombre que suena es Hipócrates.  Me llamó la atención que en el siglo III a.C. él ya hablara de la importancia del cerebro y que hiciera disecciones en humanos, y que fundara la Escuela de Medicina de Alejandría.  Enseguida tuve ganas de escribir sobre aquella época y sobre personas que se atrevieron a cuestionar lo que ya se daba por sabido y así avanzar en el conocimiento.

Irene, la protagonista de la historia, es una mujer fuerte, valiente y decidida que también presenta ciertas debilidades y comete errores de forma que resulta muy humana. ¿En quién te inspiras para crear este personaje? ¿Tiene algo que ver contigo misma?  

No me inspiré en nadie en concreto.  Sólo tenía muy claro que no quería crear una protagonista heroica, ni víctima.  No quería que fuera una “sabelotodo” o “puedelotodo”.  Quería que fuera alguien que saca fuerza de su propia debilidad, que encaja los reveses que le da la vida como puede y va aprendiendo de ellos, que debe empezar de nuevo muchas veces, que consigue salir a flote, descubrirse a sí misma y encontrar su lugar en el mundo.  Quería que mi protagonista tuviera pensamiento propio y reivindicar así que en todas las épocas de la historia ha habido hombres y mujeres que han cuestionado el rol que la sociedad les había asignado y se han esforzado por cambiarlo.  Y que no siempre han estado solos contra el mundo, ha habido quienes les han echado una mano. También quería mostrar que la perfección no existe; en el camino de Irene hay renuncias, hay contradicciones, hay aceptación de las propias debilidades.  Pero estas debilidades no la hunden pues el amor y la dedicación con que su padre la ha criado le ha dado la confianza en si misma, la curiosidad y la fuerza de voluntad, armas necesarias para enfrentarse a las dificultades.

¿Cuál es el aspecto creativo que a ti, como escritora, más te obsesiona y el que más trabajas?  

La evolución del personaje.  Cada personaje está marcado por un contexto determinado que lo ha hecho como es, pero tiene que incorporar los cambios que va viviendo a esa base de su personalidad que ya tiene al principio de la historia y que viene dada por cómo ha vivido hasta entonces. 
También me obsesiona no caer en el costumbrismo.  A la hora de narrar una historia que ocurre en un pasado muy lejano, se han de crear los ambientes necesarios para que podamos viajar a esa época, pero hay que cuidar mucho de no abusar de las descripciones.  Están ahí para acompañar a los personajes, para darles vida, pero no han de tener más protagonismo que ellos.  Esto en una novela histórica es muy difícil pues he tenido que leer mucho sobre todos los aspectos de la época: desde la historia política y económica hasta los valores y creencias, o lo que comían para desayunar.  He tenido que asimilar esa información, vivirla, para luego poder plasmarla en la novela en forma de pinceladas, que dan atmósfera y verosimilitud. Pero evitando siempre las parrafadas que muestran cuánto sabe el autor sobre la época y que perjudican notablemente el desarrollo de la historia. 

¿Cuáles son los principales problemas a los que te has enfrentado a la hora de escribir?  

La primera dificultad que tuve que solucionar fue la de presentar situaciones que fueran verosímiles en la época en que transcurre la historia pero que al mismo tiempo el lector pudiera entender desde la sensibilidad de alguien del siglo XXI.  

En varios momentos  de la historia Irene se encuentra con dificultades de conciliación de vida familiar y laboral.  Esto le crea problemas y debe asumir renuncias.  Las soluciones que encuentra se parecen mucho a las que puede optar una mujer contemporánea.  La historia de Irene es perfectamente actual en ese aspecto. Otro paralelismo con nuestra época actual es que en la novela queda muy clara la importancia de la creación y el acceso al conocimiento y las dificultades que eso conlleva.
También he querido enfrentar a la protagonista a situaciones que generan sentimientos  universales y atemporales como puede ser el enamoramiento, la maternidad, la enfermedad o la muerte.  El ser humano reacciona de manera similar en el siglo III a.C. que ahora, aunque luego cada cultura y cada época revista estos acontecimientos de manera distinta.

En cuanto al contexto histórico en el que transcurre la historia también busqué similitudes con situaciones que se están viviendo en la actualidad.  Por ejemplo, esa diáspora de ciudadanos griegos, como Herófilo, que se van a vivir a Alejandría se parece mucho a lo que hoy llamamos fuga de cerebros.  El rey Ptolomeo I actua de mecenas de las artes y de las ciencias para convertir Alejandría en el centro cultural del Mediterráneo, una manera de hacer muy similar a la política de captación de talento que realizó los Estados Unidos en el siglo XX, o al mecenazgo practicado por los Medici en la Florencia del siglo XV. Otra similitud la podemos encontrar en los monumentos que marcan la importancia de las ciudades. El faro  que se está construyendo cuando Irene llega a Alejandría, el Partenon de Atenas o el coloso de Rodas, son señas  de identidad gloriosa de aquellas ciudades  del siglo III a.C, al igual que  más adelante lo fueron las grandes catedrales europeas y edificios emblemáticos como  las desaparecidas torres gemelas en New York o la Sagrada Familia en Barcelona, los edificios del arquitecto Gehry en Bilbao y Paris, y las altas torres de las economías emergentes como la torre de Tianjin en China o el Burj Dubai en Dubai.

Otra dificultad con la que me encontré está relacionada con la forma de narrar.  Por cuestiones de trama, necesitaba que Irene fuera a la vez protagonista y observadora de su propia historia.  Esto es algo muy complejo pero creo que lo he podido solucionar con éxito.
Lo que el potencial lector puede conocer del mundo antiguo también ha sido un obstáculo a sortear.  Por ejemplo, imaginamos el coloso de Rodas según los grabados renacentistas que hemos visto, pero en realidad la estatua no tenía las piernas abiertas porque técnicamente no era posible.  También a Ptolomeo I se le conoce como general de Alejandro el Magno y poco se sabe de su labor como impulsor de las artes y de las ciencias.

Los caminos del mar tiene dos aspectos que en mi opinión están realmente cuidados, uno de ellos es la recreación del contexto histórico y los escenarios ¿Cómo ha sido el proceso de documentación para conseguirlo?  

Ha sido un proceso largo y complejo, en el que he consultado infinidad fuentes muy variadas para cada uno de los temas de que trata la novela.  He leído  libros, artículos tanto científicos como de divulgación sobre medicina antigua, pero también sobre botánica, sobre mercenarios y piratas, sobre la dinastía de los Ptolomeos, sobre Atenas y Macedonia, sobre el arte helenístico, sobre mitología griega y egipcia, sobre comidas, creencias, valores y costumbres de la época en que transcurre la novela. Pero he de decir que ha sido todo un placer investigar sobre esa época que siempre me había atraído pero que conocía poco.  Para poder acceder a toda esa información he utilizado las bibliotecas, he solicitado libros que han venido de fuera de España, he leído textos clásicos y comentarios contemporáneos sobre esos textos, he visto videos de los descubrimientos arqueológicos hallados en Alejandría, bajo el mar, en la costa que rodea a la ciudad.  Pero también he visitado museos, como el museo del Papiro en Viena, en donde me inspiré para algunas de las recetas de Irene, entre otras cosas. También he pasado tiempo en el museo arqueológico nacional de Atenas y en el museo arqueológico de Split, en Croacia.  Esto me ha permitido tener una visión bastante realista de qué objetos rodeaban la vida cotidiana de la gente, que esculturas admiraban, cómo se supone que fueron los edificios públicos antes de que el tiempo los destruyera o los hiciera desaparecer por completo. Otro aspecto muy importante de la documentación es lo que yo llamo “documentación sensorial”.  Con esa  idea visité la isla de Creta, Atenas y varias islas en Croacia, pues son  algunos de los lugares en que transcurre la novela. Quería ponerme en la piel de Irene y sentir la luz del sol, observar el color del mar, buscar de qué lado viene el viento, sentirme, como ella, forastera en cada lugar a dónde llegaba.  

Contrastar y seleccionar la información no ha sido tarea fácil.  Uno de los principales problemas con los que me he encontrado es que autores diferentes sostienen teorías distintas sobre algunos de los sucesos que aparecen en la novela.  Por ejemplo, me he tenido que inventar un lugar y una decoración para la tumba de Alejandro el Magno porque los autores no se ponen de acuerdo de cómo era ni dónde estaba, incluso hay quienes dicen que no existió. Otro  ejemplo es el que hace referencia al experimento más conflictivo de Herófilo de Calcedonia: las vivisecciones.  Unos dicen que es una leyenda, otros que ocurrió en realidad.  Se ve que Herófilo dejó escritos varios tratados de medicina, que se mencionan en la novela, pero que quedaron destruidos en uno de los incendios de la biblioteca de Alejandría.  Sabemos de los tratados de Herófilo gracias a Galeno, quien vivió en una época  posterior a Herófilo y todavía pudo acceder a sus escritos, aprender de ellos y dejar constancia de los logros de Herófilo. 

¿Hacía que tipo de lector está dirigida la novela?  

Al escribir la novela yo quería llegar a todo tipo de público.  Por eso he utilizado un lenguaje sencillo, ágil, y le he dado un ritmo que permite que se lea con facilidad.  Lo que ya no sé es qué encontrará cada lector en ella.  Puede que encuentre aquello que cree que va a encontrar o que se lleve alguna sorpresa.  Yo veo la novela como una cebolla, con muchas capas.  Por la portada, puede que muchos vean en ella una historia de mujeres, con sus pinceladas de amor, aventura y  reivindicación femenina.  Esa es sólo una de las capas.  Otra capa es toda la información que la novela aporta sobre la medicina en la antigüedad.  Otra más es el paseo detallado por la historia y las costumbres de una época lejana en el tiempo.  Otra más es la información sobre personajes históricos poco conocidos como el médico Herófilo de Calcedonia y el rey Ptolomeo I, o mal conocidos como el filósofo Epicuro.  Vienen luego varias capas de reivindicaciones importantes: la reivindicación de la libertad personal, pues todos los personajes de la novela buscan, dentro de sus posibilidades, esa libertad.  Pero también está la reivindicación del Mediterráneo, que es el origen de nuestra cultura. Y la de reconocer la importancia de la creación y acceso al conocimiento como forma de avance de la humanidad.  En el centro de todo, en el corazón de la cebolla, la aventura humana de la protagonista quién, cómo todos nosotros, tiene que aprender a navegar por la vida.
A mí me gustaría que fueran muchos los lectores que descubrieran todas las capas de la cebolla.

¿Qué le dirías al lector no habitual del género histórico para que le dé una oportunidad?

 Me parece una gran injusticia que la novela histórica, a pesar de grandes títulos que demuestran todo lo contrario, siga siendo considerada como un género menor, sin valor literario alguno.  En la novela histórica, además del trabajo que supone crear personajes y trama, y todo aquello que es necesario para que una historia llegue al lector, hay un trabajo inmenso de documentación que no termina con saber cómo era la época en que transcurre la historia y qué ocurría. Hay que hacer que toda esa información esté en la novela pero sin que se note, que de verosimilitud a la historia pero que no interfiera con los personajes y su evolución.  Además hay que dotar a la historia de la agilidad necesaria para que el lector mantenga el interés y siga leyéndola.  Para que se entretenga y aprenda sin darse cuenta. En mi novela he buscado en todo momento llegar al lector y mantenerlo distraído e interesado.

Uno de los argumentos que se utiliza con frecuencia en contra de la novela histórica y a favor de otros géneros más favorecidos por los lectores es que, a diferencia del género policiaco por ejemplo, la novela histórica no habla de nuestra realidad actual, no presenta visiones críticas de cómo funciona la sociedad ni denuncia los males que la aquejan.  Eso es incorrecto. La novela histórica, y al menos en Los caminos del mar yo he intentado que así fuera, nos da la oportunidad de viajar al pasado para entender el presente.  Por ejemplo, mi novela muestra unos avances en la medicina que no volvieron a recuperarse hasta el Renacimiento y que han permitido que la ciencia médica siga evolucionando hoy. También se muestra que el deseo de ir más allá de lo que nos impone la sociedad ha existido en todas las épocas, y que todo proceso de cambio requiere de mucho tiempo y gran dedicación para producir resultados. Que se ha de seguir trabajando.  A partir de unos personajes de ficción y la narración de unos hechos del pasado el lector puede  ver aquello que ha cambiado con el paso de los siglos pero también todo lo que sigue igual.  

En la novela su protagonista se ve obligada a luchar en un mundo dominado por los hombres y encuentra muchas trabas para estudiar y ejercer la medicina. ¿Crees que aún las mujeres encontramos obstáculos en el mundo laboral?   

Lamentablemente, sí. Si bien en los países desarrollados se ha conseguido que las mujeres accedan a la educación igual que los hombres, en el mercado laboral ellas quedan excluidas de los puestos de responsabilidad.  Recordemos que no hace ni un mes que Mónica de Oriol, la presidenta del Círculo de Empresarios afirmaba que se debe contratar a mujeres mayores de 45 años y menores de 25 para evitar embarazos.  Por otro lado, establecer horarios laborales que permitan la conciliación de la vida laboral y la familiar continua siendo una asignatura pendiente que el Estado no se preocupa en aprobar, y la mujer sigue siendo la principal y la inmensa mayoría de las veces única cuidadora familiar, lo que incluye no sólo el cuidado de los hijos sino también de los padres que se van haciendo mayores.  Y son todavía muchos los casos en que las mujeres perciben un salario menor que los hombres por el mismo trabajo. 

Tal y como está el panorama literario es una suerte haber publicado la primera novela con el respaldo de una editorial. ¿Cómo fue ese proceso? ¿En algún momento consideraste la opción de auto publicar?  

Cuando terminé de escribir la novela no había considerado todavía la opción de auto publicación pues quería primero probar si podía publicar por el método tradicional.  Así es que la presenté al Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda y lo gané.  Luego llegó la publicación en Roca Editorial.  Hasta ahí todo muy bien.  En mi caso lo difícil viene ahora.  Tengo la novela publicada pero no me conoce nadie porque es una primera novela.  Los caminos del mar ha de  competir con infinidad de títulos, muchos de autores que gozan de buenas campañas de promoción.  Con la publicación constante de nuevos libros es muy fácil que mi novela quede escondida en algún estante de las librerías porque si no la conoce nadie, nadie la va a leer.  Y si nadie la lee, no la van a conocer.  Cómo romper ese círculo vicioso es el mayor reto al que me enfrento ahora. He de conseguir que mi novela llegue a los lectores potenciales.

¿Qué esperas de la publicación del libro?  

No me atrevo a esperar nada.  Sólo a manifestar mi deseo de que el libro  llegue a los lectores, que disfruten de su lectura y que lo recomienden a otros. 

Como lectora ¿Cuál es tu novela de cabecera? Esa que no te cansas de recomendar.  

Leo muchas cosas diferentes y me resulta difícil elegir una.  Como novelas clásicas Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.  También  David Copperfield, de Charles Dickens, y las novelas de las hermanas Brontë. En literatura más contemporánea La decisión de Sofía, de William Styron, Alias Grace, de Margaret Atwood, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez,  El museo de la inocencia, de Orhan Pamuk. Y en cuanto a best sellers recientes, Los años de peregrinaje del chico sin color, de Murakami, o El jiguero, de Donna Tartt.

¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?   

Sí, tengo dos novelas empezadas.  Una de ellas es histórica, la otra no.  Ahora debo elegir cuál de ellas quiero terminar primero.

Desde aquí aprovecho para dar las gracias a Magdalena por responder estas preguntas.