viernes, 12 de septiembre de 2014

Los años de peregrinación de un chico sin color - Haruki Murakami



Título: Los años de peregrinación de un chico sin color
Autor: Haruki Murakami
Publicación: Tusquets, octubre de 2013
Páginas: 320
Cuando Tsukuru Tazaki era adolescente, se sentaba durante horas en las estaciones para ver pasar los trenes. Ahora, con treinta y seis años, es un ingeniero que diseña y construye estaciones de ferrocarril y que lleva una vida tranquila, tal vez demasiado solitaria. Cuando conoce a Sara, una mujer por la que se siente atraído, empieza a plantearse cuestiones que creía definitivamente zanjadas. Entre otras, un traumático episodio de su juventud: cuando iba a la universidad, el que fue su grupo de amigos desde la adolescencia cortó bruscamente, sin dar explicaciones, toda relación con él, y la experiencia fue tan dolorosa que Tsukuru incluso acarició la idea del suicidio. Ahora, dieciséis años después, quizá logre averiguar qué sucedió exactamente. Ecos del pasado y del presente, pianistas capaces de predecir la muerte y de ver el color de las personas, manos de seis dedos, sueños perturbadores, muchachas frágiles y muertes que suscitan interrogantes componen el paisaje, pautado por las notas de Los años de peregrinación de Liszt, por el que Tsukuru viajará en busca de sentimientos largo tiempo ocultos. Decididamente, le ha llegado la hora de subirse a un tren.

Mi experiencia con la novela

Mi primer y único acercamiento a la obra de Murakami fue hace algunos años con Tokio blues, una obra que recuerdo muy vagamente. Sé que en su momento me dejó una buena impresión pero que tampoco llegó a trascender mucho entre mis lecturas. En aquel momento Murakami era menos conocido pero ahora se ha consolidado en el oficio con una excelente consideración por parte de la crítica y un ejército de lectores asiduos que le siguen con fervor.

Los años de peregrinación de un chico sin color es un libro que he leído sin esfuerzo alguno, simplemente dejándome llevar donde la historia sugería. Quizás no acabe entre esos libros que recuerdas con un cariño especial transcurrido cierto tiempo pero es una historia que me ha resultado muy placentera. Enigmática, melancólica, llena de sutilezas y dobles sentidos, con una gran personalidad y muy diferente a cualquier otro autor actual.

“Desde el mes de julio del segundo curso de carrera hasta enero del año siguiente, Tsukuru Tazaki vivió pensando en morir. Entretanto, cumplió veinte años, pero esa muesca en el tiempo no significó nada para él. Durante esos meses, la idea de acabar con su vida le parecía de lo más natural y legítima. Todavía ahora, mucho tiempo después, ignoraba la razón por la que no había dado ese último paso, a pesar de que, en aquel entonces, franquear el umbral que separaba la vida de la muerte le habría resultado más fácil que tragarse un huevo crudo.”

Con este llamativo comienzo se nos presenta a Tsukuro Tazaki, el protagonista de esta historia, un joven de treinta y seis años que se dedica al diseño y mantenimiento de estaciones de trenes. Su vida transcurre en Tokyo con demasiada tranquilidad e incluso marcada por la monotonía ya que se dedica poco más que a trabajar. Su vida social tampoco es muy ajetreada ya que no ha conseguido hacer amigos en Tokyo, la ciudad a la que se mudó cuando comenzó sus estudios de ingeniera. De vez en cuando queda con Sara, una mujer por la que se siente atraído pero cuya relación no va más allá de ciertos encuentros esporádicos.

Una noche, durante una conversación con Sara, Tsukuro rememora uno de los episodios más dolorosos  y traumáticos de su vida. Aquel que le llevó a tener en la mente de forma fija la idea del suicidio durante una temporada, una idea que terminó por desaparecer. Sucedió cuando tenía veinte años y repentinamente su grupo de amigos en Nagoda, su ciudad natal, le dio de lado y le comunicó que no deseaban volver a verle. Tsukuro ni siquiera se atrevió a preguntar la razón.

A pesar del tiempo transcurrido Sara percibe que este episodio le sigue causando dolor y que la herida aun está por cerrar así que le anima a ponerse de nuevo en contacto con sus antiguos amigos para averiguar que ocurrió exactamente y pasar página de forma definitiva.

Se podría decir que Los años de peregrinación de un chico sin color es una novela de personajes, ya que son sus sentimientos y emociones lo que sustentan su eje principal más allá de la trama. Especialmente interesante es la construcción del personaje principal  cuyas emociones disecciona el autor al milímetro. Conocemos al joven Tsukuro en su adolescencia sintiéndose parte de un grupo de amigos que encajan a la perfección pero en el cual él se percibe de forma diferente al resto. Cada uno de estos amigos tiene un color, y no sólo porque sus apellidos tengan significados cromáticos, sino porque tienen ciertas características que les otorgan una personalidad muy concreta y les permite obtener una clara posición en el grupo. En cambio él se siente un personaje anodino, sin color, carente de cualidades que destacar. También conoceremos al adulto, el hombre en el que se ha convertido no muy diferente del joven que un día fue. Con una vida bastante gris en su vida sigue sin detectarse algún color. El resto de personajes, esbozados en menor medida, sirven al autor para desarrollar esta historia. Quizás he echado de menos algo de intensidad en su construcción que aunque este aspecto es consecuente con la cultura japonesa, mucho más medida y apacible que la nuestra,  me ha dificultado la comprensión de ciertos actos.

Esta novela nos habla de la diferencia entre la percepción que tenemos de nosotros mismos y de cómo nos ven los demás, de oportunidades perdidas, de traumas que es necesario superar, de carencias afectivas y rechazos, de la culpa que  nosotros mismos nos asignamos ante los fracasos entre otros muchos sentimientos universales.

La prosa de Murakami tiene un estilo muy característico. Evocadora, delicada, con un marcado carácter intimista y cierto lirismo se percibe que su vocabulario no ha sido elegido al azar. El relato tiene un fuerte carga simbólica en el que además se introducen otras historias que aderezan el relato. La novela se estructura en diecinueve capítulos donde la acción transcurre de forma lineal pero en la cual se intercalan rememoraciones del pasado o sueños que confunden y entremezclan el mundo de la imaginación con el de la realidad. A pesar de constituir una lectura fluida no hay que esperar mucha acción en ella aunque propone cierta intriga que engancha al lector.

Respecto a su final no se puede afirmar que este sea rotundo de modo que deje la sensación de una obra bien cerrada. Con ello no quiero decir que queden flecos sueltos respecto a la trama principal sino que en su última página Murakami abre la puerta para que el lector continúe su propia historia.

El titulo hace alusión, por un lado, a una melodía recurrente en la novela titulada Años de Peregrinaje de Franz Liszt, que aparece en muchas escenas acompañando a su protagonista y por otro lado supone una metáfora sobre la vida del personaje.

Conclusión

Tal y como os he dicho Los años de peregrinación de un chico sin color es una lectura muy agradable que te hace disfrutar del minimalismo literario de su autor y a la que se le puede sacar mucho partido si uno no se queda en la superficie y pretende ahondar en los temas que plantea.

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