jueves, 24 de julio de 2014

El guacamayo rojo - Manuel Machuca



Título: El guacamayo rojo
Autor: Manuel Machuca
Publicación: Anantes, marzo de 2014
Páginas: 456

En 1904 una familia campesina vende sus escasas pertenencias en Almería para embarcar todas sus esperanzas en una travesía incierta al Brasil de las grandes plantaciones. A principios del siglo XXI el mundo ha cambiado, pero la realidad no es tan distinta. Un joven arquitecto hace en avión el mismo recorrido en busca de las oportunidades que la crisis ha hecho desaparecer en España. Todos, sin saberlo, forman parte de una odisea que se extiende durante más de un siglo, fiel reflejo del afán por construir un futuro mejor en tierra extraña con todos sus éxitos, sus fracasos, sus dudas, sus secretos y sus olvidos y la demostración de que para conquistar un sueño, a veces es necesario arriesgarlo todo sin mirar atrás.

Mis impresiones

El guacamayo rojo, del sevillano Manuel Machucha, ha significado una gran sorpresa tanto por su estilo cercano, ameno y cuidado como por su interesante temática o la construcción de sus personajes, con los que al lector no le cuesta empatizar. Y todo estas características se engloban bajo el género de una saga familiar, que como sabéis representa uno de mis favoritos dentro de la literatura.

El guacamayo rojo cuenta además con una de mis estructuras favoritas ya que se desarrolla a través de dos líneas argumentales que se desarrollan en dos tiempos diferentes y que discurren de forma paralela pero que terminan por converger en un mismo punto.

La primera de ellas comienza en enero del año 1904 cuando de uno de los barcos que atracan en el puerto brasileño de Santos se baja la familia de Bernardo Ortega procedente de un pequeño pueblo de Almería. Aunque el destino inicial era Cuba, donde un primo les espera, un acontecimiento inesperado en el último momento hizo que Bernardo cambiara los pasajes para toda la familia.

Tanto Bernardo como Dolores, su mujer, y sus cuatros hijos –Manuel, Carmen, Juan y Luisa- llegan a Sâo Paolo con la esperanza de abandonar todas las miserias que soportaban en su tierra natal y comenzar una prometedora y nueva vida en Brasil.  Los comienzos nos van a ser un camino de rosas pero la familia ha emprendido un camino que no admite vuelta atrás….

La segunda trama se desarrolla en la actualidad (casi cien años más tarde con respecto a la anterior) y comienza cuando Luis, un joven arquitecto sevillano que acaba de sufrir una gran decepción amorosa, llega al aeropuerto brasileño de Sâo Paolo para cumplir con un esperado contrato de trabajo ya que en España ha encontrado todas las puertas cerradas a su futuro laboral. Una vez allí, descubre con pesar que ha sido víctima de un fraude y todas sus esperanzas se desvanecen al quedarse sin dinero, sin trabajo y completamente solo. Además de encontrar la manera de salir adelante, Luis conocerá una parte de su familia de que escuchó muchas leyendas contadas por su padre pero a quienes nunca puso cara.

Estos son los dos puntos iniciales de las dos tramas que nos harán conocer la historia y vicisitudes de una misma familia en diferentes épocas y dos continentes diferentes. El  nexo de unión entre ellas es un único personaje que sirve de enlace entre los que se quedaron en España soportando las penosas condiciones de un país que asfixiaba a sus habitantes y aquellos que decidieron emigrar en busca de nuevas oportunidades. Parece ser que Manuel Machuca, el autor, se ha inspirado en la historia que vivió su propia familia para construir esta novela siendo propiamente la tía Gloria un personaje real  en ella (aunque su nombre no sea ese).

La novela nos habla de la búsqueda de las raíces pero también de esos nuevos comienzos que en ocasiones nos vemos obligados a realizar en nuestra vida por cuestiones de necesidad y razones de diversa índole. Como en cualquier familia encontraremos historiaras de amor, traiciones, sueños, esperanzas, desazones y secretos.

En mi opinión uno de los grandes aciertos con los que cuenta El guacamayo rojo es la destreza con la que se construyen sus personajes. Todos representan figuras muy humanas a las que no nos cuesta nada tanto visualizar como creernos a pies juntillas. Entre ellos, algunos despertaran nuestras simpatías y otros incluso nos resultarán tan entrañables que se harán un hueco en nuestro corazón. Es el caso de la tía Gloria, cuya vida iremos conociendo poco a poco, y en diferentes épocas, y en la que descubriremos un carácter fuerte y decidido con el que es capaz de hacer frente a cualquier acontecimiento que ocurra en su vida. Luis es un personaje que resulta simpático desde un principio y al que el lector va viendo evolucionar a través de las páginas de esta novela. A veces inmaduro, otras veces resulta demasiado débil pero siempre necesitado de cariño.

Si los personajes son uno de los grandes motivos para acercarse a esta novela también resulta muy interesante su cuidada y detallada ambientación. En El guacamayo rojo, su autor es capaz de trasladarnos por completo a la ciudad de Brasil tanto a principios de siglo como en la actualidad. Se nota que el autor conoce la ciudad y gracias a ello puede ofrecernos numerosas imágenes de sus calles, sus edificio  y sus gentes. Pero sobre todo es capaz de hacernos llegar el funcionamiento y la dinámica interna de la ciudad, un aspecto que no es fácil de conseguir. Son esas pequeñas curiosidades o detalles las que nos hacen sentirnos parte de los escenarios.

A pesar de que la mayor parte de la novela se desarrolla en Brasil, Machuca no olvida que es lo que ocurre en España mostrándonos a través de sus personajes una pequeña porción de su historia a través de leves pinceladas.

El que todos los puntos anteriores sean positivos supone un aliciente para leer la novela pero realmente no merecería la pena si no estuviese narrada de una forma atractiva. Manuel Machuca nos relata la historia con personalidad, cuidando cada detalle pero con un tono muy ágil  y un ritmo que impide que el lector se aburra en ningún momento.

Puesto que existen dos tramas distintas también son dos las voces narrativas que nos van contando cada una de ellas. Para la trama pasada el autor ha optado por una tercera persona omnisciente que va siguiendo a los miembros de tres generaciones distintas de una misma familia. Las vivencias de Luis nos las contará él mismo en primera persona transmitiéndonos además con frecuencia sus sensaciones o percepciones. Respecto a su estructura la novela se divide en treinta y un capítulos más un epilogo agrupados en dos partes distintas.

Conclusión

Como veis El guacamayo rojo me ha encantado. Se trata de una saga familiar narrada con pulso firme y agilidad, con una maravillosa ambientación, unos personajes redondos y que te deja un buenísimo sabor de boca tras finalizar su lectura. Muy, muy recomendable.